Si bien es una crítica muy fuerte el valor está en las palabras.
http://www.eldiario.es/cultura/libros/entrevista_Nuccio_Ordine-conocimiento-resistencia_0_208229595.html
"Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo"
Empecemos por el principio. ¿Qué es lo inútil?
Dice usted que la cultura sólo puede ser gratuita.
Kant lo explica muy bien: si yo voy a un concierto, ¿en qué me beneficia? Mi amor por la música es un amor desinteresado y sólo ese amor me hace mejor. En una sociedad corrompida por la dictadura del beneficio, el conocimiento es la única forma de resistencia. Porque con el dinero se puede comprar cualquier cosa; parlamentarios, políticos, jueces, el éxito, la vida erótica. Sólo hay una cosa que no se compra con dinero: el conocimiento. Si soy un gran magnate y quiero comprar el saber, ni un cheque en blanco me valdría. El precio del saber es el esfuerzo personal. El conocimento no se compra, se conquista.
Sin embargo, en su libro pone toda la responsabilidad sobre las instituciones. ¿No tenemos los individuos la obligación moral de ser inteligentes?
En su libro menciona que el poder tiene que destruir primero los artefactos y las instituciones culturales para poder establecer su régimen. ¿Los destruye porque los desprecia o porque les tiene miedo?
Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo. Lo desprecian porque nuestra élite política es cada vez más ignorante, más inculta. Y por otra parte tienen miedo porque prefieren tener delante un público de personas que no estén capacitados para pensar con su propia cabeza y, por tanto, sean manipulables por los medios de masas, la televisión, las campañas electorales, toda una dimensión de engaños y mentiras que las personas reciben sin ser conscientes.
En Italia, el Tribunal de Cuentas que comprueba el presupuesto del Estado ha establecido que pagamos más o menos 150.000 millones al año de corrupción. Esto significa que, si un funcionario del Estado compra un vaso y el vaso compra un euro, nosotros pagamos un euro con 50 porque los 50 son el precio de la corrupción. Si pudiéramos eliminar la corrupción, ya no haría falta debilitar a la clase media y empobrecer cada vez más a los pobres. No haría falta eliminar los derechos fundamentales que hacen que el hombre sea digno de ser hombre.
Los gobiernos mienten cuando dicen que la crisis la pagamos todos: esta crisis no la pagan los bancos, no la pagan los banqueros, no la pagan los financieros. Esos reciben millones de euros de sueldo al año y aún finalizan su mandato con 15 millones de euros de finiquito. Luego se descubre que la empresa está en números rojos y que el directivo había firmado acuerdos para "privatizar" el dinero de la gente y llevárselo a casa. ¿Cómo podemos salir de este círculo vicioso? Creando y formando a jóvenes que sean conscientes, que sean capaces de defender el bien común. Jóvenes que no sean educados en el culto del beneficio y del dinero. Gente que se haya educado en una visión ética del mundo y que profesen el culto a la solidaridad humana.
Pero la solidaridad no depende de sus beneficiarios, igual que la naturaleza de un crimen no se debe definir por sus víctimas. ¿Podemos aspirar a la solidaridad humana mientras aceptamos como sociedad la crueldad institucionalizada contra el resto de las especies?
Absolutamente correcto: infligir dolor no es una cosa que atañe únicamente al género humano. Hay un fragmento bellísimo de Demócrito que, hablando con Hipócrates, le explica al padre de la medicina por qué se ríe. Porque Hipócrates pensaba que Demócrito estaba loco y por eso se reía. En cambio Demócrito se ríe por otra cosa. "Mira debajo de los hombres –le dice– ¿Qué hacen todo el día? Persiguen el dinero. ¿Y qué hacen con el dinero? Buscar más dinero. El dinero ya no es un medio, se ha convertido en el fin en sí mismo". Y añade que, para conseguir el dinero, el hombre "le corta las venas a la tierra".
El Renacimiento y la Ilustración, con su desarrollo de conceptos ilustrados como el de los "derechos humanos" que definen nuestra sociedad actual, coinciden en el tiempo con las dos grandes olas de colonialismo europeo. Los monarcas e intelectuales ilustrados, junto con la Iglesia, disfrazaron la expropiación y el genocidio de misión civilizadora. ¿No está ocurriendo ahora lo mismo dentro de nuestras fronteras? ¿Son los pobres las nuevas colonias?
La comparación es muy buena. Si lees a algunos autores del Renacimiento, pocas voces han gritado contras las masacres llevadas a cabo en el Nuevo Mundo. Uno de estos es Bartolomé de las Casas. En Italia, Giordano Bruno describió a Colón y a sus marineros, no como marineros sedientos de saber sino como piratas sedientos de oro y de plata. Bruno dice: "Fueron a llevar una civilización, pero ellos ya tenían una civilización. Fueron a llevar una lengua, pero ellos ya tenían una lengua. Fueron a llevar una religión, pero ellos ya tenían una religión".
Estos filósofos del Renacimiento dejaban entrever que la multiplicidad de las lenguas, de las religiones, de las filosofías, de los pueblos, de los colores de la piel, no son una limitación de la humanidad sino una riqueza de la humanidad. Lo que vemos hoy es propio de ese modelo horrible de masificación de hacer que seamos todos iguales. ¿Cuál es la ley que nos guía? La ley del beneficio.
Tocqueville dice "hoy en América la gente busca las bellezas fáciles". ¿Qué quiere decir? Que no tengo tiempo de dedicarme a la lectura o para ir a una exposición de cuadros. El tiempo es dinero. Prefiero el libro que no me pide esfuerzos y aquellas manifestaciones culturales superficiales, mundanas, donde yo no aprendo nada porque no tengo tiempo para las cosas que requieren un compromiso personal. El riesgo de hoy está justamente en cultivar las bellezas fáciles; el bestseller, las películas que sólo son efectos especiales, todo lo que usamos para distraernos porque no queremos pensar, en lugar de ser estimulados a la reflexión.
¿Qué pasará cuando se privatice totalmente la enseñanza?
¿Se puede tener democracia sin escuela pública?
Absolutamente no. Como no se puede tener democracia sin cultura, sin el respeto del otro y sin amor por el bien común. La formación de los jóvenes es importante porque es el futuro de la democracia. Si seguimos creando personas que piensan sólo en su beneficio personal, perderemos lentamente la democracia.
¿Cuál es la cura de la infelicidad?
Adriano Olivetti [el singular empresario de las máquinas de escribir] decía: "Yo quiero una fábrica que no produzca sólo beneficios. Quiero una fábrica que produzca belleza y libertad. Porque serán la belleza y la libertad las que nos indiquen el camino para ser felices". Y una de las cosas que me ha llamado la atención leyendo a Montaigne es que Montaigne nos dice que no es poseer lo que nos hace felices, sino el gozar y el aprender a gozar. Si no apreciamos la belleza, si no sabemos apreciar el arte, la música, muy difícilmente aprenderemos a gozar.
¿Nos ayudan los clásicos a encontrar en el infierno lo que no es infierno?